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Edición 5
  El Sentido Oculto
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Egda Blanco
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El Cuerpo Mental
Escrito por:
Blanca Rojas
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Simbología:
Lenguaje del Espíritu

  
Escrito por:
Rocío del Mar Ponce
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El Cuerpo Mental
   Escrito por: Blanca Rojas

Para darle continuidad a nuestras entregas sobre los tres cuerpos básicos que integran al ser humano, en esta oportunidad estaremos hablando sobre el cuerpo mental.

¿Qué es el cuerpo mental?
Es el vehiculo desde donde nuestro YO SUPERIOR se expresa como intelecto concreto, es decir donde se desenvuelven los poderes de la mente, la memoria y la imaginación. En individuos espiritualmente evolucionados sirve como vehiculo separado donde puede actuar independientemente del físico y del astral. Tiene forma ovoide y desde una visión clarividente, es semejante a una neblina que bordea el cuerpo físico, la porción que sobresale se denomina aura mental.

Las partículas que componen el cuerpo mental están en continuo y constante movimiento. En la vida diaria se viven diferentes acontecimientos y situaciones, pese a ello, la utilidad conciente que se le da a la mente es muy escasa, nos desenvolvemos más sobre la base de formas mentales, creadas a través de costumbres y hábitos, moviéndonos por la misma inercia, sin preguntarnos por que hicimos tal o cual cosa, ya que es poca la consciencia que realmente tenemos sobre el cuerpo mental.

 



La capacidad de la mente no obedece a leyes físicas, sino a la potencialidad desarrollada por cada individuo, por consiguiente la única y real diferencia entre los seres humanos como tal, está en la posibilidad de que cada uno domine y controle su mente. A través del cuerpo mental, el individuo crea las llamadas formas mentales, los pensamientos, por ejemplo, son llamados entidades vivientes temporales de relativa intensidad de acuerdo al nivel de evolución del individuo que las crea. Estos pensamientos se mueven en el plano mental a través de la esencia elemental que es la vida seminteligente que vivifica la materia del cuerpo mental, que responde a la influencia del pensamiento humano.

Cuando tenemos pensamientos que son muy precisos, creamos formas definidas y perfectas; es la fuerza y la carga emocional del pensamiento lo que determina el tamaño de la forma mental. Igualmente, la vida de un pensamiento depende de la cantidad de tiempo que se le dedique, de tal manera que un pensamiento alimentado por mucho tiempo puede llegar a adquirir vida propia influyendo determinantemente en nuestra vida. Así tenemos que la cantidad de pensamientos marca el crecimiento de la mente y la calidad determina la clase de materia mental utilizada.

Las formas mentales similares se atraen entre sí, lo cual significa que pensamientos positivos atraen otros de igual tenor y actúan como protección de aquellos con contenido negativo, de igual forma los pensamientos negativos atraen mayor negatividad, lo cual dificultad la fluidez de ideas positivas.

Es importante mencionar que los pensamientos, bien sean positivos o negativos, no solo afectan al que los emite sino también a quien van dirigidos. Es necesario entender que la intensidad de un pensamiento no es afectada por la distancia, de tal manera que un pensamiento de amor, positivo o de amistad emitido hacia otro individuo, potencia lazos de unión. En términos generales, podemos decir que consciente o inconcientemente estamos generando pensamientos, por eso nos influenciamos unos a otros, de tal forma que unas personas piensan en un sentido y lo dirigen a los demás. Estos pensamientos entran en otros individuos que también los alimentan y así se va generando un movimiento mental que puede llegar a ser de gran fuerza.

Es necesario crear conciencia de la necesidad de controlar la mente, pues las imágenes mentales y pensamientos condicionan nuestra realidad como seres humanos y seres espirituales, ya que es uno mismo el que afecta su cuerpo mental. Somos nosotros los que fijamos el ritmo de vibración de nuestra mente. Si piensa en verdad, la mentira no puede ser alojada en su mente; si piensa en amor, el odio no puede perturbarla; si piensa en sabiduría, la ignorancia no puede paralizarlo. El conocimiento y el manejo del cuerpo mental conduce a reconocerse a sí mismo como manifestación externa y también como realidad interna, es decir aprende a identificarse con su Yo interior. De tal manera, que una mente orientada y disciplinada logra conocer el origen de sus pensamientos, lo cual le permite decidir admitirlos o rechazarlos.

                       

¿Qué se puede hacer para controlar la mente?
Existen, indudablemente, ciertos puntos sumamente básicos que permiten realizar el trabajo mental y en la medida en que se va descubriendo, en esa misma medida se da apertura a un camino infinito lleno de sorpresas y de conquistas, pero este es un trabajo que corresponde a cada individuo por sí solo. El primer paso que hay que dar es: Conocerse. En este sentido se tiene que:

1- Mantener serena la mente, para realmente lograr controlarla, puesto que la mayoría de las veces se salta de un pensamiento a otro sin control alguno. Es adquirir el hábito de pensar en forma pausada sin precipitación alguna.

2- Es preciso ejercitar la mente, puesto que así como ejercitamos los músculos mediante ejercicios gimnásticos, de igual manera el hecho de pensar conscientemente desarrolla dominio mental, por ejemplo mediante ejercicios de concentración y visualización.

3- Hacer conciencia de lo que se piensa, a través de la vigilancia permanente de los pensamientos, es decir que tipo de pensamientos se tienen, si es obra del mismo individuo que los piensa o son creados por otros.

4- Emplear la voluntad para controlar y dominar la mente, ya que una vez que se hace conciencia de lo que se piensa y cuanto se piensa, el siguiente paso de ese trabajo es seleccionar lo que se debe pensar, y ello solo es factible mediante la voluntad. De tal manera, que si el pensador es obedecido por la mente, se está en presencia de la real función de ésta: Convertir al ser humano en creador.

El desarrollo y evolución de la mente en el ser humano es posible con el trabajo desde afuera, sin embargo, la obra en su mayor parte es el resultado de la actividad de su propia conciencia. De allí, que cualquier individuo que desee un cuerpo mental fuerte, vitalizado, activo y capaz de captar las ideas más elevadas, ha de procurar constantemente adquirir un recto modo de pensar. De allí, la importancia que tiene la mente en el proceso de evolución espiritual, puesto que un individuo prudente que vigile sus pensamientos con el mayor cuidado, comprende que su mente es un poderoso instrumento de cuyo empleo correcto es responsable, y es su deber ejercer dominio sobre ella; esta práctica le permitirá descubrir que por medio del pensamiento es posible hacer la vida más noble, con sabiduría poner fin al dolor y con ese poder de dominio ayudar a la evolución de la humanidad.

 


 


 

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