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Los tres grandes momentos en el proceso de la
Creación
Escrito por: Kaled Yorde
El proceso de la creación se dio por un deseo de
Dios de impartir, de dar de Sí, producto de su
infinito Amor. El Absoluto para crear los mundos
visibles e invisibles, proyectó algo de Sí mismo.
Eso que proyectó es la LUZ y fue a través de ella
que el Verbo creador se manifestó, condensándose.
Esta palabra -condensación-, es la clave esencial
básica para comprender el paso que ocurre entre el
deseo de Dios de dar de Sí y la cristalización o
condensación de ese deseo Suyo. Por ello es
importante poner atención a esto: La Luz es la
substancia que el Verbo Divino hizo aparecer para
que se convirtiera en materia de la creación.
Tres son los grandes momentos en que todo ese
proceso ocurre: A) El de la EMANACIÓN; B) El de la
CONDENSACIÓN o cristalización de la substancia
creada; C) El de la REINTEGRACIÓN. Dicho en otras
palabras: A) Deseo de dar de Sí por un acto Suyo de
Infinito Amor; B) Concreción o cristalización de
esta intención Divina; y C) Vuelta o regreso de toda
substancia creada hacia la vida eterna, la
infinitud, lo que la Cábala denomina “vuelta al
Pardés” o Paraíso perdido.
Al momento de la Emanación un rayo de luz brotó de
los cerrados confines de Ein Sof, esa condición o
aspecto del Dios misterioso hasta lo inconcebible,
uno de los tres velos del secreto indescifrable del
Creador. AIN SOF AUR, para salir de la
inmanifestación en que se hallaba, se impuso
determinados límites. Tales límites son los que le
dan estructura, forma, contornos y cohesión a la
materia. El primer momento de la creación es pues,
el del río de vida que emana del seno del Absoluto,
desbordando los límites que AIN SOF se estableció. |
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El segundo momento es el de la DENSIFICACIÓN o
CONCRECIÓN de ese flujo de luz divina que se
desborda. Esto nos da otra gran enseñanza: La
materia es luz condensada y Dios crea al mundo por
condensaciones sucesivas.
Los que estudian la concepción de Árbol Sefirótico,
mejor conocido como Árbol de la Vida, saben que
Keter -la Corona- es la primera manifestación de Ein
Sof, el Inmanifestado, y que a partir de allí, es
decir, de Keter, toda la creación no es más que una
sucesión de surgimientos y de desbordamientos de la
luz original. A medida que descendía el flujo
divino, se iba volviendo más y más denso. De ese
modo, de emanación en emanación, el Absoluto creó
todos los Sefirot y es así como fue y como continúa
emanando la vida de la Fuente Infinita. En este
segundo momento de la creación, el universo sigue
siendo un flujo continuo de emanaciones,
aumentándose la materia y transformándose sin cesar.
Pero todo lo creado tiene su momento de retorno, de
reintegración. El proceso de la Reintegración es el
tercer componente básico de la ecuación creativa:
Nacimiento-desarrollo-muerte, ley de inexorable
cumplimiento que no admite excepción, salvo el caso
del Creador mismo. |
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La REINTEGRACIÓN es la vuelta necesaria al mundo de
lo invisible, hacia el seno mismo del Creador, para
más luego retornar nuevamente al plano visible,
denso, en un continuo ir y venir, nacer y morir, que
nos permite perfeccionarnos a través de los filtros
de las existencias terrenales como lo son los mundos
densos.
El “PARDES” o Paraíso de la cábala, tiene su puerta
simbólica en YESOD, la novena séfira del Árbol de la
Vida. A ese Paraíso no se puede acceder si no se ha
logrado aprender el arte de sublimar la energía
creadora del hombre mismo, que en la cultura
Oriental se le conoce como Kundalínica. Por esa
razón (falta de sublimación de la energía sexual),
no es fácil acceder al Pardés y permanecer en esa
región. A través de los múltiples
nacimientos-muertes-nacimientos, es como el alma
crece, aprendiendo las grandes lecciones de amor, desapego, recta acción, entrega y servicio a la
humanidad, que son las lleves maestras que abren las
puertas del Paraíso.
Si somos conscientes de la importancia de estas tres
fases o momentos de la Creación, de sobremanera, la
tercera de ellas, es decir, la reintegración, no
habría ninguna razón para temerle tanto al morir y a
envejecer, cediendo nuestros puestos y espacios a
otros. |
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